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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Una mañana de invierno cualquiera

Suena el despertador, uno que no es mio, y sueña mi mal humor, ese sí es mío. Yo me despierto con su despertador y él con mi mal humor. Mala combinación, sí señor. Las prisas y el sueño son siempre las mismas, es que no aprendo. Qué más me dará levantarme cuarto de hora antes. Me sobran 5 minutos, me despido sin prisa y así es mejor, los besos son más ricos y me da tiempo a dar los buenos días de verdad a las señoras que me encuentro. Tan amables, con las que me prodigo tan poco. Llega el turno de la administración. Voy con miedo y sin mi boli de Bob Esponja, el talismán para la ocasión. Me llevo una sorpresa porque encuentro un fantasma de otro tiempo tras el mostrador. Muy guapo, por cierto, eso de que la mala vida hace estragos es mentira, ya lo ves. No me atiende el fantasma, es más, procuro que no me vea, no sea que se me note a mi la buena vida. Cruzo los dedos para que no me toque su mostrador. Me atiende una señora bastante correcta que no me soluciona nada pero soport